Cientos de pequeñas cabañas diseminadas por los montes casinos son muestra de una cultura ligada a la ganadería, forjada con mucho esfuerzo a través de los siglos por nuestros antepasados. Fue en los siglos de la Edad Media (XIII, XIV, XV) cuando se intensificó el proceso de roturación de montes y baldíos, en ese titánico empeño de ganar espacio al monte para proveer de superficie de pastos para la alimentación del ganado. Los ganaderos construían las cabañas diseminadas por los montes o bien concentradas en les mayaes, edificadas con materiales de la zona -piedras y madera-, techumbre de llábanes, planta cuadrada o rectangular y ventanucos diminutos. Una sola habitación en su interior servía para dormir, comer y trabajar -con la madera, por ejemplo-. En el corripu anexo se guardaban los animales, cuando había tormenta o empezaba el frío.
Las cabañas atravesaron una grave crisis a partir de los años 70 pareja al declive de la ganadería como motor económico. Muchas de ellas se abandonaron y el paso de las estaciones las fue destruyendo. A pesar de ello, en el año 2016 se mantenían en pie en el concejo más de mil cabañas, a las que se sumaban otras mil en ruinas. En la actualidad, muchas conservan un uso ganadero y otras se han restaurado con fines habitacionales o incluso turísticos, convirtiéndose en deliciosas moradas veraniegas.
No hay cabaña grande, tampoco ostentosa, pues son humildes edificaciones, expresión perfecta del carácter austero y trabajador de los casinos. Las encontramos a partir de unos pocos kilómetros arriba en los montes y con su presencia al borde de los caminos, en lo alto de una finca o agrupadas en una mayada, se convierten en el mejor exponente de ese tiempo que fue. Muchas familias casinas conservan la cabaña que levantaron sus antepasados, de cuya propiedad es señal, en muchos casos, tan solo un montón de piedras amontonadas.
El ayuntamiento de Caso ha puesto en marcha diversas iniciativas para la recuperación de las cabañas, consciente de su utilidad práctica y del enorme valor etnográfico y cultural que tienen, pero ello no es suficiente para su conservación, pues siendo una de las principales señas de identidad de la cultura casina, deben ser protegidas y conservadas, como monumento de una cultura milenaria y testimonio de nuestra historia.
Qué bonito hallar este blog. Soy de Argentina pero hijo y nieto de asturianos de Caso (del pueblo de Coballes). Ya estuve varias veces en la tierrina, la última en el mes de febrero, y soy un enamorado de Asturias, así que estaré atento a las publicaciones. Un fuerte saludo desde este lejano sur.
ResponderEliminarMuchas gracias, querido lector argentino, y "casín de Coballes" y un abrazo muy fuerte desde tu tierrina, en la que hoy llueve a mares.
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