JOYA DE CALEAO Y TESORO DE LOS CASINOS (2)

 UNA IGLESIA CONSTRUIDA A LO LARGO DE VARIOS SIGLOS


La Virgen de Ricao

La atmósfera de la iglesia de la Santa Cruz de Caleao está cargada de historia y vivencias locales y transporta al pasado de una comunidad que siempre estuvo caracterizada por la unión y la solidaridad. La iglesia tiene mucho valor gracias a elementos artísticos como los hermosos retablos, las figuras y relieves, el coro, la pila y confesonarios, además del campanario y el espectacular pórtico que rodea el edificio por el frente y los laterales. La iconografía de las imágenes nos habla de la historia de la religión y del arte; la ubicación de las figuras cambia a lo largo del tiempo y es muestra también de la devoción del pueblo. Son también muy valiosas las confecciones de los ropajes de las figuras, las vestiduras litúrgicas custodiadas en la sacristía y la colección de lencería. El espacio adquiere además un particular significado si se piensa que allí celebraron los vecinos de Caleao, desde hace siglos, los acontecimientos más importantes en un ambiente de ligero frescor durante el verano e intenso frío en el invierno. 

Sorprende la parquedad de noticias sobre esta iglesia en los capítulos dedicados a Caso de obras de referencia importantes como son Asturias, la colección dirigida por Bellmunt y Canella y la Gran Enciclopedia Asturiana de la editorial Silverio Cañada. Aparte de algunas referencias menores, fue Germán Ramallo Asensio -entonces profesor de la Universidad de Oviedo-, quien en 1983 llamó la atención sobre la excepcionalidad del templo, al adjudicar la imagen de la Virgen del Rosario o de la Aurora, al escultor asturiano de estilo barroco Luis Fernández de la Vega (1601-1675), discípulo de Gregorio Fernández y autor de una importante obra, parte de la cual se encuentra en la catedral de Oviedo.



Restos de pinturas murales

 La construcción del templo comenzó a fines del siglo XVI, trazándose la planta y algunos elementos como la cubierta del tramo del presbiterio y un arco escarzano, hoy cegado, que estaba situado en el muro sur de la cabecera. Entonces se practicaba en España un estilo renacentista que acabó produciendo el plateresco, del que podían ser buenos referentes ese arco escarzano y la portada sur de tradición clasicista. La hermosa pila bautismal situada en la capilla del muro norte y un elemento del ajuar litúrgico como es el incensario de plata, también han sido datados en el siglo XVI. No se conoce el autor de la planta y alzado originales, y se cree -el decreto al menos así lo señala-que pudo construirse sobre una antigua capilla dedicada al Calvario o incluso sobre un camposanto.

Del siglo XVII proceden la pintura de las paredes interiores, la bóveda y el techo de la nave y también la erección del coro a los pies de la nave. Las capas originales de pintura están cubiertas por otras de enlucido o bien por los retablos que se colocaron a partir del XVIII, aunque la restauración de las pinturas murales de la bóveda del presbiterio a partir de motivos barrocos de figuras florales y vegetales, dan buena idea de la belleza de las pinturas originales.

A partir del XVIII, se añaden el resto de los elementos que conforman la iglesia que vemos en la actualidad: el acceso a la sacristía y la primera fábrica del cabildo, que sería rehecho durante el XIX.



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