UNA COMIDA POPULAR EN EL CAMPU, CON MOTIVO DE SAN JUAN

 



    ¿Sería tomando un café en la terraza del bar de Tino de dónde arrancó la idea? Manuela Muñiz y Conchita Cortina fueron sus promotoras y llevaron hasta el final el proyecto de celebrar una comida popular el 24 de junio, viernes, día de San Juan. Y lo que empezó siendo una ilusión, acabó convertido en un evento cariñoso, emotivo y festivo a la vez, también masivo teniendo en cuenta que se alcanzaron más comensales que vecinos tiene nuestro pueblo.

    Compartir la mesa es en nuestra cultura un gesto fraternal y ese día nos sentamos en una muy larga, formada por tableros colocados en cuatro grandes líneas en sentido contrario al de la entrada. Fuimos muchos de repente y casi todos conocidos de siempre, tanto que se logró una atmósfera agradable y familiar, de sentirnos en casa.  Venimos de una etapa que nos dejó a todos un poco “tocados” y en muchas familias hubo pérdidas muy dolorosas, por lo que vivimos el encuentro con la sensación de comenzar de nuevo y, sobre todo, de que es posible recuperar los lazos que siempre nos unieron.

    La comida fue opípara y estuvo servida por "doña Tina": empanada, costillas, croquetas, gambas a la gabardina, queso Casin y de postre, unos deliciosos canutillos y pasteles. Bebida abundante, sillas bastante confortables y una sensación térmica normal, ni de calor (como la semana anterior), ni de frío (como ocurrió en la siguiente, cuando se escribieron estas líneas). Bien vestidos, como procede en San Juan: la jornada había empezado con la misa y procesión en honor al patrón, a las que siguieron el vermut, y después de la comida se celebró el baile en la plaza. La música que sonó no fue la de Juan Luis y su acordeón, es verdad, pero la acústica sigue siendo la misma y la verbena contribuyó al reencuentro con nuestro pasado. También es verdad que en ese pasado no hubiera cabido nunca una réplica de la verbena en un establecimiento, cómo sí ocurrió ese día.

    Sería muy cómodo completar esta crónica con una retahíla de nombres y no lo voy a hacer. A Manuela y Conchita las ayudaron otros amigos y familiares: hubo que montar mesas, preparar sillas, gestionar reservas. Deberíamos haberles dado un gran aplauso, muchos vivas y algún puxa, pero no lo hicimos, porque los que vivimos en el Campu somos un poco sosos para esos gestos. Y como Manuela y Conchita son absolutamente auténticas en todo lo que hacen, ni esperaban el aplauso ni tampoco hubieran disfrutado mucho con él, pero sí tienen el reconocimiento de todos para siempre, jamás. ¡Viva San Juan y las gentes del Campu!

Comentarios

  1. Muy bien Anuska ,genial y con el corazón en la mano estuvo
    De película. Todo.

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